América Latina en el siglo XX



América Latina en el siglo XX

La historia de América Latina durante el siglo XX es un tanto excepcional. Por un lado, se mantuvo en buena medida al margen de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, a diferencia de la mayor parte del mundo no occidental, la descolonización y sus problemas no afectaron a unos países que eran independientes desde hacía más de un siglo. No por ello ha sido un período carente de dificultades.

En el plano económico, la aspiración al desarrollo se ha visto frustrada. Hacia 1950, parecía razonable pensar que las poblaciones de algunos países latinoamericanos podrían acabar accediendo a niveles de bienestar significativamente más altos. En ello confiaban tanto dirigentes políticos como economistas bien informados. Pero no ha sido así. De hecho, pese a que hasta la década de los setenta las economías latinoamericanas vieron crecer sustancialmente sus sectores industriales, la debilidad del crecimiento desde la crisis de la deuda de los años ochenta ha tenido como consecuencia que América Latina esté hoy más lejos de los países más desarrollados que a mediados del siglo XX. La comparación con el Extremo Oriente conduce a conclusiones aun más pesimistas.

Sólo Chile ofrece hoy un balance económico claramente satisfactorio. A comienzos del siglo XXI, América Latina sigue hoy enfrentada a la necesidad de crecer económicamente, pero también de reducir cuanto antes la extrema desigualdad que la caracteriza. La transición política desde los regímenes oligárquicos de comienzos de siglo a la democracia parlamentaria tampoco ha carecido de dificultades. Ni populismo ni dictaduras militares encontraron soluciones políticas duraderas. Las democracias surgidas en la década de los ochenta están avanzando en su consolidación, pese al extremadamente difícil marco económico en el que vieron la luz.

El general Perón y su herencia han influido poderosamente en el escenario político argentino desde el golpe militar dado, en 1943, por oficiales de rango medio que le llevaría al poder poco más tarde. Su programa populista y nacionalista, apoyado en una buena coyuntura económica, le hizo muy popular entre los trabajadores argentinos. Depuesto y enviado al exilio por otro golpe militar en 1955, retornó a Argentina en 1973, sin que ello contribuyera a la estabilidad de un país que salía de una dictadura militar y en el que, al terrorismo peronista y marxista (Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo), se unía una gran conflictividad social. Un nuevo golpe limitar en 1976 dio paso a una brutal represión sobre amplios sectores de la sociedad argentina, a una ineficaz política económica y a una guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas. La derrota argentina aceleró el desgaste de la dictadura militar y abrió las puertas a la reinstauración de la democracia en 1983.

En Chile, donde, junto a Costa Rica, en el que las tradiciones democráticas gozaban de un arraigo desconocido al sur del Río Bravo, gobiernos de uno y otro signo surgidos de las urnas se alternaron hasta 1973. Durante los dos mandados del demócrata cristiano Frei (1964-1970) se pusieron en práctica ambiciosos proyectos, entre ellos la reforma agraria, en sintonía con las propuestas de la Alianza para el Progreso impulsada por los Estados Unidos para evitar el contagio de Cuba al resto de América Latina. La victoria de la Unidad Popular, liderada por Salvador Allende, en las elecciones de 1970 estuvo acompañada de una profunda polarización de la sociedad chilena. El golpe de Pinochet en 1973 puso fin violentamente a décadas de política parlamentaria. Una peculiar transición a la democracia se inició en 1988, cuando Pinochet fue derrotado en el plebiscito convocado por él mismo para asegurarse su reelección.

En Brasil, la personalidad política más influyente del siglo XX fue Getúlio Vargas. Tras acceder al poder con un golpe de estado, ideo el Estado Novo (1937-1945), un proyecto dirigista de modernización de la sociedad brasileña. Retornó como presidente electo entre 1950 y 1954. En plena crisis política, su muerte por suicidio no borró la profunda huella que dejó en la política brasileña. Un golpe de estado militar llevó a los militares al poder hasta 1984. En ese año, la presión popular y los problemas económicos, forzaron la caída de la dictadura y el inicio de la transición democrática.

México es el único caso en América latina en el que un mismo partido el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha estado en el poder durante décadas (1929-2000). Surgido de la Revolución Mexicana logró crear un modelo político duradero que, si bien al precio de la creación de algo no muy próximo alejado a un régimen totalitario de partido único, ha evitado a México los golpes militares que ha conocido otros países latinoamericanos. A partir de finales de los sesenta, los gobiernos del PRI dieron muestras crecientes de no poder ya integrar las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad mexicana.

Gobierno Populista

El populismo en sentido positivo, lo que define es un sistema en el que el poder recaiga más en el pueblo que en sí mismo, no en que los políticos profesionales gobiernen para la mayor comodidad del pueblo. En sentido general, sectores socialistas y comunistas han utilizado el término "populista" para definir a los gobiernos que, aún favoreciendo a los "sectores populares" (principalmente a la clase obrera), no pretenden terminar con el sistema capitalista. Desde un punto de vista opuesto, los sectores conservadores han utilizado el término "populista" para definir a los gobiernos que presentan los intereses de las clases económicamente más altas (grandes grupos económicos, etc.) como separados y contrarios a los de las más bajas consideradas como una mayoría permanente con intereses homogéneos autoevidentes que no requerirían así del pluralismo político, destruyendo la posibilidad del disenso político y del crecimiento económico por vías privadas.

Los populistas se presentan a sí mismos como una representatividad diferente a la clásica: la democracia estaría encarnada en un movimiento político que demuestre representar aquellos intereses de las clases populares en términos de redistribución pública, sin las limitaciones clásicas y poliárquicas de la democracia liberal, vistas como una imposición oligárquica de una minoría económica a la clase política.

Después de la Segunda Guerra Mundial, mientras Estados Unidos y  Unión Soviética rivalizaban por extender su influencia en distintas partes ce mundo, en América Latina surgieron o se consolidaron experiencias denominadas populistas. Las más clásicas son las que se desarrollaron en México. En Argentina y Brasil. Aunque con sus particularidades, estos "populismos" presentaron algunos rasgos en común. Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas y sus sucesores en México y Juan Domingo Perón en la Argentina se transformaron en líderes muy populares que ejercieron el gobierno de manera personalista.

Pretendían que sus países lograran una mayor independencia económica a través de la profundización del desarrollo industrial. Del mismo modo, consideraban que el Estado debía atender los intereses del "pueblo' constituido por los trabajadores urbanos y rurales y los empresarios nacionales. Tenía que cumplir además la función de arbitro en los conflictos que surgieran entre los distintos grupos sociales.El mejoramiento de la situación de los trabajadores fue una preocupación central y la base para construir una sociedad más justa y menos conflictiva. El único sector a combatir era la "oligarquía": una minoría vinculada con el enemigo extranjero, el "imperialismo", ajena a los intereses del "pueblo" y la "Nación".

El Estado jugó efectivamente un papel central en las transformaciones propuestas. Alentó el desarrollo industrial y, en el caso de México, también la reforma agraria. Tomó además a su cargo nuevas funciones empresariales como la explotación del petróleo y de ciertos servicios públicos; protegió a los empresarios industriales, impulsó leyes laborales y aumentó los ingresos de los trabajadores. Fue justamente entre ellos donde los líderes populistas obtuvieron el mayor apoyo.

En el plano económico, si bien creció la industria y se avanzó en el desarrollo de la siderurgia y la producción energética, desde mediados de la década de 1950, sobre todo en la Argentina y Brasil, las economías comenzaron a mostrar signos crecientes de estancamiento.

Revolución mexicana

La Revolución mexicana fue un conflicto armado que tuvo lugar en México, dando inicio el 20 de noviembre de 1910. Históricamente, suele ser referido como el acontecimiento político y social más importante del siglo XX en México.
Los antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo el Porfiriato. Desde 1876 el general oaxaqueño Porfirio Díaz ejerció el poder en el país de manera dictatorial. La situación se prolongó por 34 años, durante los cuales México experimentó un notable crecimiento económico y estabilidad política. Estos logros se realizaron con altos costos económicos y sociales, que pagaron los estratos menos favorecidos de la sociedad y la oposición política al régimen de Díaz. Durante la primera década del siglo XX estallaron varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, que reflejaban el creciente descontento de algunos sectores con el Porfiriato.

Cuando Díaz aseguró en una entrevista que se retiraría al finalizar su mandato sin buscar la reelección, la situación política comenzó a agitarse. La oposición al gobierno cobró relevancia ante la postura manifestada por Díaz. En ese contexto, Francisco I. Madero realizó diversas giras en el país con miras a formar un partido político que eligiera a sus candidatos en una asamblea nacional y compitiera en las elecciones. Díaz lanzó una nueva candidatura a la presidencia y Madero fue arrestado en San Luis Potosí por sedición. Durante su estancia en la cárcel se llevaron a cabo las elecciones que dieron el triunfo a Díaz.

Madero logró escapar de la prisión estatal y huyó a los Estados Unidos. Desde San Antonio proclamó el Plan de San Luis, que llamaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz el 20 de noviembre de 1910. El conflicto armado tuvo lugar en primera instancia al norte del país y posteriormente se expandió a otras partes del territorio nacional. Una vez que los sublevados ocuparon Ciudad Juárez (Chihuahua), Porfirio Díaz presentó su renuncia y se exilió en Francia.

En 1911 se realizaron nuevas elecciones donde resultó electo Madero. Desde el comienzo de su mandato tuvo diferencias con otros líderes revolucionarios, que provocaron el levantamiento de Emiliano Zapata y Pascual Orozco contra el gobierno maderista. En 1913 un movimiento contrarrevolucionario, encabezado por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta, dio un golpe de Estado. El levantamiento militar, conocido como Decena Trágica, terminó con el asesinato de Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez. Huerta asumió la presidencia, lo que ocasionó la reacción de varios jefes revolucionarios como Venustiano Carranza y Francisco Villa. Tras poco más de un año de lucha, y después de la ocupación estadounidense de Veracruz, Huerta renunció a la presidencia y huyó del país.

A partir de ese suceso se profundizaron las diferencias entre las facciones que habían luchado contra Huerta, lo que desencadenó nuevos conflictos. Carranza, jefe de la Revolución de acuerdo con el Plan de Guadalupe, convocó a todas las fuerzas a la Convención de Aguascalientes para nombrar un líder único. En esa reunión Eulalio Gutiérrez fue designado presidente del país, pero las hostilidades reiniciaron cuando Carranza desconoció el acuerdo. Después de derrotar a la Convención, los constitucionalistas pudieron iniciar trabajos para la redacción de una nueva constitución y llevar a Carranza a la presidencia en 1917. La lucha entre facciones estaba lejos de concluir. En el reacomodo de las fuerzas fueron asesinados los principales jefes revolucionarios: Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923, y Obregón en 1928.

Actualmente no existe un consenso sobre cuándo terminó el proceso revolucionario. Algunas fuentes lo sitúan en el año de 1917, con la proclamación de la Constitución mexicana, algunas otras en 1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta o 1924 con la de Plutarco Elías Calles. Incluso hay algunas que aseguran que el proceso se extendió hasta los años 1940.

El peronismo en Argentina

Es un movimiento de masas argentino creado alrededor de la figura de Juan Domingo Perón que desde mediados de la década de 1940 es un protagonista importante en el país. El nombre formal del partido fue el de Partido Peronista y, posteriormente, Partido Justicialista.

Origen

Fue en el transcurso del golpe de estado del 43 cuando emergió la figura del entonces coronel Juan Perón, originándose el peronismo.La Revolución del 43 fue un golpe de estado militar producido el 4 de junio de 1943 que derrocó al gobierno de Ramón Castillo. Fue encabezado por los generales Arturo Rawson y Pedro Pablo Ramírez, y apoyado entre otros por un grupo de jóvenes oficiales del Ejército Argentino nucleados en el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que se oponía a la participación argentina en la Segunda Guerra Mundial sosteniendo la tradicional posición «neutralista» de la Argentina.

El GOU fue un grupo de enlace bastante informal entre jóvenes oficiales superiores que consideraban necesario "restablecer la moral y disciplina dentro del ejército". Este grupo se declaraba en contra del comunismo. Entre los fundadores del GOU se encontraba el coronel Juan Domingo Perón, quien formaba parte del estado mayor revolucionario antiyrigoyenista.El programa del GOU se convirtió finalmente en el programa de la revolución del 43. En realidad, el GOU recién se formaliza operativamente después de la revolución de junio, como una especie de prolongación del ministerio de Guerra del que Perón era secretario. Allí era donde se imprimían las circulares del GOU con los mimeógrafos oficiales. El general Farrell, ministro de Guerra, y su esposa Beatriz Verdún convocaban a los jefes y oficiales para que se encontraran con el mismo Perón.



Situación económica y política del país

La estructura económica del país había cambiado profundamente durante la década del 30, debido a la gran depresión que provocó una reducción importante del comercio internacional. Esto afectó a la economía argentina, basada en la agroexportación, que hubo de reconvertirse mediante el control del mercado de carnes y granos y una acelerada industrialización basada en la sustitución de importaciones de los productos manufacturados. Este proceso fue acompañado de un importante flujo migratorio interno desde las zonas rurales del interior hacia la periferia de las grandes ciudades (fundamentalmente Buenos Aires, Rosario y Córdoba). Estas nuevas masas populares, empleadas en las nuevas industrias y sin antecedentes de sindicalización, son las que constituirán la base del movimiento peronista.

La revolución cubana

Es el principal resultado del movimiento revolucionario cubano de izquierda que provocó la caída de la dictadura del general Fulgencio Batista, el 1 de enero de 1959 y la llegada al poder del líder del Ejército Guerrillero: Fidel Castro. Como los revolucionarios continúan en el poder desde entonces, se considera a la revolución como el período comprendido entre el alzamiento contra Batista y la actualidad.

La revolución cubana representó un hito importante en la historia de América al ser la primera y con más éxito de varias revoluciones de izquierdas que sucedieron en diversos países del continente. El régimen resultante de la revolución —considerado totalitario por numerosos observadores—3 ha mantenido el gobierno en el país a pesar de la enorme cantidad de adversidades, manteniéndolo a flote aun luego de la caída del bloque socialista. Se lo ha acusado de violar algunos derechos básicos de la población como la libertad de expresión, la libertad de circulación o la libertad económica, si bien en términos generales ha resultado exitosa en muchas de las reformas que ha hecho, principalmente en el sistema de salud y el sistema educativo público y gratuito. Estados Unidos mantiene un duro embargo económico a la isla desde principios de los años '60 del siglo XX. Esta política es considerada como bloqueo económico en el marco de las Naciones Unidas y rechazada cada año por la Asamblea General de esa instancia internacional que vota a favor de una resolución denominada "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba". A pesar de la presión internacional y del daño que causa al pueblo cubano, Estados Unidos sigue justificando su política anteponiendo la existencia de numerosas denuncias de violaciones de los derechos humanos en la isla. Tanto la persistencia norteamericana en las sanciones unilaterales contra Cuba como los efectos que esto trae a su población quedan reflejados en múltiples resoluciones de las Naciones Unidas desde el año 1992.

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